Qué arduo es vivir en un mundo que los seres humanos nos encargamos de hacer tan complejo, si solo miráramos la esencia y no la eficiencia de las cosas nos ahorraríamos miles de dolores de cabeza, nos encargamos de hacer todo complicado e incomprensible. Le ponemos barreras raciales, sociales y hasta sexuales al amor, la comida se tiene que comer de cierta forma; que la carne no se mezcla con vino blanco, que los espaguetis no se pueden comer con arroz, los cubiertos para cada alimento, la apariencias, la hipocresía, las extrañas relaciones humanas donde unos se creen más que otros, en fin…
Y hablando de complicaciones concernientes a las relaciones sociales, no entiendo porque nos enredamos la vida celebrando fiestas de bautizo, primera comunión, quince años, matrimonio y aniversarios con personas que ni siquiera son de nuestros afectos, solo por quedar como el mejor de los anfitriones ante individuos que en la vida nos topamos en contadas ocasiones o sencillamente no son nuestros amigos.
Momentos tan especiales como estos se deben vivir con los más cercanos y con quienes realmente comparten tus alegrías, lo demás es estorbo, seres que van a mirar como se fue vestido fulanito, si la comida se vinagró, o en ultimas a decir que perdieron su plática porque la fiesta estuvo pésima.
Mi opinión a esto es que para conservar nuestra salud mental debemos vivir como nos parece sin pensar en agradar a todo el mundo, porque al final nos daremos cuenta que aun haciendo nuestro mayor esfuerzo por simpatizar, habrá quienes no queden contentos con nuestras decisiones.
Mi invitación para este post es a vivir como queramos, no le pongamos etiquetas ni tanto protocolo a la vida, hagamos solo lo que no haga felices pues al final los actos más sencillos y hechos con el corazón son los que nos dejan los mejores recuerdos.
