martes, 22 de marzo de 2011

El préstamo divino

Un día cuando tenías 20 años despertaste de un largo sueño en el que habías vivido sola con tu cuerpo y entendiste que una vida crecía dentro de ti, anunciaste la buena nueva y a partir de ahí tu vida cambió, ya no eras tú, éramos las dos! y seguiste por la vida enfrentando las mareas siempre pensando en plural.

En la madrugada de un 27 de agosto de tus entrañas salió una niña cuando estabas segura de que tendrías un niño, ¡que sorpresa te llevaste! tuviste que cambiar todos tus planes, no imaginaste en ese momento el amor tan grande que ibas a sentir.

Empezaste a recorrer mil caminos y en una de esas vueltas de la vida cruzaste el océano separando nuestros destinos para siempre… Lejos de ti aprendí a amarte más, a valorar lo que otros dan por sentado, y temprano entendí que solo eras mi préstamo divino y que había que disfrutarte de a poquitos.

¿Valió la pena? No conozco otra cosa que este destino, entonces pienso que así tenía que ser, seguramente juntas todo el tiempo no seriamos tan amigas, ni tan respetuosas de la individualidad de cada una, el hubiera no existe, solo existimos las dos de la forma en que tuvimos que vivir.

Para mí los héroes, no viven solo en las caricaturas y las películas, tengo una que ha estado presente en cada día de mi vida. Tantas cosas que decir de ti pequeña… dejas huella en los que se cruzan por tu camino.

Rememorando la vida que ambas hemos tenido no puedo quejarme, nadie nos quita lo bailado, lo vivido, lo sufrido, lo amado…

Para ti pequeña...