lunes, 24 de marzo de 2014

Los dos cultivos

Muchas  cosas han sucedido en  mi vida desde la última vez que escribí en este blog, me la he pasado haciendo borradores de textos que jamás fueron publicados, tristes abortos de escritos que se quedaron en un limbo de letras ignoradas por una exigente jueza llamada yo.

Son muchas las lecciones aprendidas y hoy quiero empezar a darle orden a esta cantidad de ideas que tengo en mi cabeza...

Crecí pensando que era una persona  totalmente autentica, tan original y alejada de los estereotipos que pensé que era un bicho raro entre una multitud de gente muy parecida, por muchos años me sostuve en esta realidad y me declaré marciana. No obstante un día desperté y me di cuenta de que no estaba haciendo nada diferente a los demás, terminé la universidad, hice un MBA, comencé a trabajar en una gran multinacional y de repente me convertí  en una trabajadora más, de las tantas que hay. 

Nueve horas de trabajo, más lo que llegaba a hacer en la casa, conclusión: poco tiempo para mi, menos para escribir, mi cerebro estaba todo el día en función de la empresa para la que trabajaba, en la que al principio no encajaba,  pero en la que luego me sentí como pez en el agua.

Ya no era marciana, no había tiempo, poco a poco fui  cosechando una excelente reputación profesional, cambié de cuidad y empecé a lograr todo aquello que un profesional sueña tener a mi edad, pero a pesar de esto, sentía un vacío por dentro que no me dejaba disfrutar tranquila de mis éxitos, un extraño remordimiento, como si algo estuviera mal con todo lo que me estaba pasando.

Sentía que le estaba robando tiempo a mi vida, que me traicionaba a mi misma porque había dejado de hacer las cosas que me robaban sonrisas por estar siguiendo un guion que no quería interpretar. Sentía que no sabía manejar  mi tiempo y descuidaba esa parte de mi que me hacía sentir tan especial.

Fue doloroso darme cuenta de que aunque lo tenía todo a la vez, no tenía nada, porque no era feliz. Había descuidado lo más valioso que tenía, mi individualidad. Poco a poco me convertí en una persona que no quería ser.

Se me había acabado el tiempo para mi, ya no leía, ya no escribía, ya no me sentaba a mirar a la gente, ya no hablaba con extraños, había dejado de hacer muchas cosas que me gustaba hacer por estar  sumergida en mi lucha por encajar, por "triunfar". Solo estaba dedicada a cosechar éxitos  y reconocimientos externos y  me estaba secando por dentro. Fue revelador darme cuenta de que ya no era marciana, solo era alguien haciendo todo igual que los demás.

Afortunadamente un día en mi lucha por entender lo que me pasaba, comprendí que no estaba mal estar donde estaba, lo que estaba mal era no haber regado ambos cultivos (vida laboral y vida personal) durante todo este tiempo y haber depositado todas mis energías en un solo lado.

Con esto no quiero decir que el trabajo te haga perder tu individualidad, solo que si no aprendes a distribuir bien tu tiempo, te puedes marchitar, hay que trabajar con amor y hacer las cosas bien, pero a la vez  debes invertir tiempo en ti mismo y en hacer las cosas que te gustan, buscando cada día el equilibrio.

Seguramente serás más productivo laboralmente si inviertes tiempo en ti mismo, esto hace que tu mente esté fresca, satisfecha y abierta, por lo tanto te aseguro que serás más creativo. Tarde o temprano si no riegas los dos cultivos por igual, terminarás por salirte de control y algo te faltará. 
No se trata de cargos, ni de estatus, se trata de ser feliz con lo que haces, deja de luchar por encajar y seguir el guion social, haz las cosas bien, disfruta de los detalles sencillos de la vida, haz lo que te gusta hacer y ¡diviértete!.

Yo tomé decisiones que han ido encaminado nuevamente mi rumbo, hoy puedo decir que voy por  el camino correcto, pero esto será un trabajo diario que no podré descuidar.

La gran lección de este capitulo de mi vida, es que solo vale la pena el aquel éxito que se cosecha por dentro y por fuera, no se trata de obtener el éxito anulando las cosas que te hacen feliz, hay que buscar el equilibrio, el tiempo para ti debe ser igual o más importante que el tiempo que inviertes en lo laboral, pues al final es la inversión que haces en tu felicidad. Que no muera la esencia marciana que hay en ti, pues esa es la que te hace creativo y es la que hace único.

Riega los dos cultivos.